viernes, 25 de mayo de 2012

El engaño


La lluvia salpicaba el parabrisas, caía pausadamente. Dentro del coche Alexia se llevaba un pañuelo de papel a la nariz, observaba nerviosa el numero 234 de la Avenida de las Acacias. De vez en cuando accionaba el mecanismo del limpia parabrisas, quería ver bien la entrada de la casa. Miró el reloj de pulsera, eran  las siete de la tarde , había anochecido. 

Como diablos empezó esta aventura se preguntaba Alexia a la que mil pensamientos le rondaban  por la cabeza, en un segundo intentó poner orden a sus ideas.

Un mes antes Alexia vivía feliz o eso pensaba ella. Casto, su pareja era muy atento con ella, era bastante romántico,  dos días en semana salían a cenar. Asistían al teatro con regularidad  y la verdad es que Alexia se lo pasaba bien estaba muy  enamorada de Casto.  Sus relaciones   eran intensas, ardientes , placenteras. Casto trabajaba en una consultora de Recursos Humanos, su posición era holgada, lo que llevó a Alexia a dejar su trabajo en la recepción del  Gran Hotel para cuidar de su hijo.

Cuando Sabrina llegó aquella tarde a casa, Alexia supo que algo pasaba, su cara no tenia secretos para ella, Sabrina era su amiga, su confidente desde el Instituto.

- Casto te engaña.  Espetó Sabrina sin tapujos.
- He visto a ese cabrón con una mujer en el Restaurante de la calle Noruega, la besaba en los labios.

- Como.......... fue lo único que Alexia pudo decir en un hilo de voz, antes de sentarse y comenzar a llorar en silencio. Su mundo estaba cayendo roto en mil pedazos, su cabeza parecía que le iba a estallar.


A partir de ese día todo cambió. Alexia no le dijo nada a Casto, aunque confiaba en Sabrina, necesitaba convencerse por si misma de que su gran amor la engañaba. Lo primero que hizo, no contar nada a nadie,  contrató los servicios de una agencia de detectives para que le diesen pruebas de la supuesta  infidelidad. A las pocas semanas le dieron un primer informe, todos los martes y los jueves su marido acudía a las cinco de la tarde al numero  234 de la avenida de las Acacias donde se veía con una mujer. Solo pudieron facilitarle  una imagen de la chica ,de espaldas, a través de la ventana; En el informe constaba que la casa había sido alquilada por Casto.


A pesar de este informe Alexia, necesitaba coger a Casto "in fraganti", quería mantener una ultima duda, se aferraba a está duda.


Aquel jueves llovía desde primera hora de la mañana, recordaba como Casto la besó en la mejilla ante de marcharse a la oficina.


- Vendrás a mediodía, inquirió Alexia ojeando el periódico.


- No cariño, tengo unas entrevistas de personal, recuerdas, la selección de candidatos, volveré tarde, a eso de las diez de la noche. No me esperes despierta.


Aquel día fue terrible para Alexia, solo pensaba en el momento de acercarse a la Avenida de las Acacias para comprobar por si misma la veracidad del informe, deseaba ir y a la vez temía ir. Una pequeña esperanza se albergaba en su mente, podría ser un error.


Una sirena lejana la sacó de estos pensamientos. Volvió la mirada hacia la fachada de la casa, en la ventana del primer piso había luz que se translucía a través de los visillos, aunque no se veía el interior de la habitación. En un instante la luz se apagó  encendiéndose  la pequeña lampara del porche, salio su marido y tras el una figura de mujer que despidiéndose en la puerta besó a Casto en los labios, abrazándole con pasión.


- Oh Dios mio............. Alexia se recostó en el asiento, las lagrimas corrían por su rostro.


A la mañana siguiente cuando Casto bajó a desayunar Alexia ojeaba el periódico, se acercó y la besó.


- Que tal has dormido, anoche cuando llegué ya estabas dormida y no quise despertarte.


- Estaba muy cansada.


Casi sin darse cuenta Alexia había tomado el cuchillo que estaba sobre la mesa y lo apretaba con sus dedos con violencia, le hacia daño, por un momento pensó en clavárselo en el pecho, al final abrió los dedos y el cuchillo quedó sobre la mesa.


Pasaron los días, Alexia no tomó ninguna decisión aparentemente. La tarde del jueves estaba muy disgustada, tomó el teléfono y llamó a Sabrina, quería estar con una amiga.Unos minutos mas tarde  llegó Sabrina  que después de besarla le dijo.


- Todavía no has roto con el, no se a que esperas, comentó mientras daba el abrigo a Alexia, que se dirigió al perchero de la entrada donde lo colgó.


- No estoy preparada aún, lo haré en breve, ¿quieres un té?


- Claro, sabes que es mi pasión, contestó Sabrina.


- Gracias Alexia, es increíblemente bueno  ese sabor, si no fuera por el momento casi saltaría de alegría, contestó tomando la taza de té.



- Por cierto Casto me trajo un té de Bombay exquisito, trajo tres latas, llévate una para ti.


Después de casi una hora de charla, sonó el móvil de Sabrina, que lo cogió y dijo.


- Oh, me olvide, exclamó,  tengo que marcharme a recoger a mi sobrina Ana del conservatorio, mi hermana está de viaje y volverá mañana.


En la puerta Alexia  acercó el abrigo a Sabrina a la que dio dos besos , despidiéndose.


- Hasta la vista


- Alexia cariño  despierta, nunca te enteraras. 


Esa noche Casto no volvió a casa. Alexia a primera hora de la mañana se dirigió a la Comisaria de Policía. Con lagrimas en los ojos denunció la desaparición de su marido.


Dos días después tomaba el desayuno cuando sonó el timbre de la puerta, se cerró la bata y salió, en la puerta dos agentes de Policía la saludaron.


- Señora, lamentamos comunicarle que su marido ha aparecido muerto en el 234 de la Avenida de las Acacias, junto a una mujer  identificada como Sabrina Derek. Según el forense han muerto envenenados ,su marido estaba en la cama junto a  la Señorita Derek. sospechamos que eran amantes y que ella envenenó a su marido y posteriormente se suicidó. En el bolsillo del abrigo de ella había una nota manuscrita que decía  " Lo siento tenia que hacerlo ".


- Pero como......? preguntó Alexia


- Envenenados con una taza de te.


Alexia se sentó en el escalón de la casa con sus manos cubriendo el rostro.......



viernes, 18 de mayo de 2012

El muñeco de porcelana



La cabeza le daba vueltas había bebido mas de lo que sus cuerpo aguantaba. David sabia que tenia que despejarse, no podía continuar así. Miraba a su alrededor y solo oía voces. La música estaba demasiado alta, casi sin pensarlo tomó la determinación de salir sin decir nada a nadie. De todas formas no sabia muy bien porque había ido a la fiesta. Recordaba vagamente que en el trabajo alguien le invitó . Su soledad a veces le obsesionaba desde que María le abandonó por aquel oficial del ejercito. Decidió que iría ,los aires de la playa le vendrían muy bien pensó.

Salio del local y atravesando el paseo marítimo comenzó a pasear. La brisa le reconfortaba. En un momento miró la arena sintiendo un irrefrenable deseo de pisarla, se quitó los zapatos y los calcetines se subió un poco el pantalón y comenzó a andar en dirección a la orilla. En el largo trayecto observó como un pareja se abrazaba con pasión bajo las sombrillas de esparto. Miró de reojo con una cierta envidia. Oía las olas muy cercanas le relajaba el sonido del mar.Notó como  las olas le mojaban los pies.En el cielo las estrellas se mostraban como hacia tiempo que David no lo recordaba, vió como la luna parecía salir del horizonte.


Había cumplido cincuenta años la semana anterior, pero nadie se acordó. Desde que se casó con María había dejado de lado a sus amigos y su vida anterior para evitar contrariarla. Era muy posesiva y manipuladora ; David simplemente la quería, hasta aquel día que le dijo sin mas palabras, adiós. Lo paso mal, muy mal, llegó a obsesionarse de tal manera que estuvo a punto de perder el trabajo. Su autoestima estaba por los suelos.

Andaba muy despacio sintiendo las húmedas olas en sus pies,. Después de un rato de paseo su mente comenzó a despejarse. Pasó junto a unas cañas extendidas, los pescadores estaban tumbados en unas hamacas charlando animadamente. Observó como la bruma comenzaba a ocupar la playa, era una sensación extraña. Continuó andando. Por un momento solo alcanzaba a ver sus pies, la niebla continuaba avanzando veía como  las luces del paseo se diluían  poco a poco. Pensó en dejar el paseo aunque la sensación placentera de la niebla en el rostro le animaba a seguir. En un momento y casi sin darse cuenta tropezó con algo cayendo de bruces  sobre la arena.


- Mierda, exclamo David.


Se levantó rápidamente. Observó que había tropezado con una especie de caja de madera negra; la observó tanto como la niebla le permitía en la oscuridad. Al tacto se apreciaban  unos adornos cincelados sobre la oscura madera, le pareció interesante. Pensó que el mar le había hecho un regalo. Decidió llevársela para observarla mas detenidamente a la luz de las farolas del paseo.


Cuando llegó al borde de la playa se sentó sobre un banco y mientras observaba la caja se sacudió la arena de los pies y se calzó los zapatos. La caja estaba prácticamente nueva, la madera parecía por su color negro, ébano. Mientras quitaba la arena pegada sobre la caja pensó en que seguramente se habría caído de algún barco, un crucero, de los tantos que pasan por estas costas, probablemente  las mareas la habrían depositado en la playa. Cuando hubo retirado la arena, observo la belleza de la caja. Justo en el centro y en relieve bien torneado se apreciaba  la cara de un niño y unas letras, "IVAN". Después de darle varias vueltas intentó abrir la caja pero la verdad, no pudo. Estaba tan excitado con su hallazgo que había olvidado donde estaba y comenzaba a hacer frio. 


Ya en su apartamento David había eliminado los restos de arena muy exhaustivamente. Miraba la caja con detenimiento. A su entender le parecía una verdadera obra de artesanía, aparentemente  muy antigua. En la parte posterior de la caja y  en relieve, sobresalía   un escudo de armas con un águila bicéfala  , las garras extendidas en el centro y rodeada de un círculo con unos caracteres cirilicos inelegibles para David. 


En el exterior rodeando estos caracteres trece círculos. En cada uno de los círculos se apreciaba claramente un dibujo diferente, una cruz ortodoxa rusa , un dragón, un perro, un oso y así diferentes animales y otros motivos de guerra y caza,  era una verdadera belleza de relieve.  Pasaba los dedos por las diferentes figuras para apreciar la belleza al tacto. Justo al pasar por la cruz esta se hundió un poco produciéndose un leve  chasquido. Dio la vuelta a la caja y observó que  se había abierto , subió la tapa con excitación . A sus ojos apareció un hermoso muñeco de porcelana con gorro y chaquetilla de cosaco. No estaba mojado y aparentemente estaba en perfectas condiciones,. Junto al muñeco un libro encuadernado en piel en el que se podía apreciar la palabra "Álfar" . Abrió el libro y comenzó a pasar algunas paginas. Observó que había muchas imágenes de personas de diferentes épocas. No daba crédito a lo que veía le parecía un hallazgo extraordinariamente bello.  Los ojos, negros como el azabache  y el color sonrosado de sus mejillas  conferían al muñeco  un aspecto tan real que a David le parecía que de un momento a otro comenzaría hablarle.


A la mañana siguiente, David  se levantó con una enorme resaca, le dolía la cabeza. Instintivamente buscó con su mirada  la caja, tocó la cruz y la abrió mientras se tomaba la humeante taza de café. Miró a los ojos del muñeco durante un largo instante como hipnotizado, de pronto unos golpes en la puerta del apartamento le sacaron de sus pensamientos, dirigiéndose a la puerta la abrió.


- Lo  siento David tienes que pagarme el alquiler son ya ocho meses,. Es el ultimo aviso si no me pagas tienes que dejar el apartamento.


- Hola Horacio, lo se, tengo algún problema pero no te preocupes hoy te pagaré seguro, le contesto David al dueño del apartamento, un pequeño hombre con gafas,  calvo  y con cara de avaro.


- Eso me dijiste la semana pasada y la anterior. Si no me pagas esta noche te denunciaré y estarás en la calle en una semana le contestó Horacio que sin dar mas explicaciones dio media vuelta y salió dando un portazo.


- Maldito idiota dijo en voz alta David sabiendo que no le escucharía.


Con la mente en Horacio salio hacia su trabajo cogiendo el autobús.  En media hora estaba en el supermercado. En la puerta vio a María que le esperaba,  pensó que estaría allí arrepentida de haberle dejado y vendría a implorarle perdón, aunque se haría de rogar, sabía que la perdonaría.


- Ya era hora de que vinieses a trabajar,.Llevo un buen rato esperando así no me extrañaría que te despidan pronto. Quiero que me devuelvas todas mis cosas y ademas exijo una compensación por el tiempo que me has hecho perder estando contigo, le espetó María nada mas llegar a su altura.


- Tu tienes aún  las llaves, puedes ir esta tarde y recoger lo que quieras contestó David totalmente decepcionado.


- Bien, siempre seras un calzonazos, menos mal que he encontrado a un hombre de verdad que me hace feliz, idiota.


David, entró en el supermercado. Se dirigió a los vestuarios mirando a su alrededor para ver si algún compañero había escuchado la conversación con  María. Sentía vergüenza por la situación. Se cambió rápidamente enfundándose una bata de un blanco impoluto acercándose a la carnicería saludó a Roberto el encargado.


- De nuevo llegas tarde David, maldita sea no voy a tener mas remedio que dar cuenta. Un día de estos  estoy seguro de que te despedirán ,  eres un idiota empedernido, mira que te lo vengo avisando.


Sin decir palabra David pensó en su situación, casi sin casa, sin mujer, el trabajo en el aire, las perspectivas no eran nada halagüeñas. Maldijo a todos y a todo  entre dientes. A las nueve de la noche salia del supermercado con la carta de despido en la mano. No se sentía decepcionado ni contrariado solo pensaba que no quería vivir. Estaba cansado, la vida no le traía nada bueno.


Llegó al apartamento subiendo las escaleras sin hacer apenas ruido para evitar que Horacio le escuchase. Soltó las llaves sobre el cenicero y se derrumbó en el viejo sillón, cabizbajo, hundido. Levantó los ojos y vio la caja de madera, tomándola  entre sus manos apretó el circulo de la cruz . Tomó el muñeco entre sus manos lo miró, en ese momento David se hundió definitivamente, apretó al muñeco contra su pecho y comenzó a llorar en silencio.


Había perdido la noción del tiempo no sabia cuanto tiempo estuvo sentado en el sillón. La luz del sol entraba por las rendijas del balcón. Un rayo de luz iluminaba la cara del muñeco lo que le conferia un aspecto que sobrecogió a David.  Abrió el mueble de la cocina sacando  una botella de Bourbon se lleno un vaso y de un solo trago se lo tomó, lo llenaba de nuevo cuando llamaron a su puerta, pensó de inmediato en Horacio y el alquiler. Abrió la puerta , su sorpresa fue mayúscula, un capitán del ejercito sin dejarle hablar le conminó.


- Donde está María, ayer dijo que vendría a por sus cosas y no ha vuelto a casa.


- ¿María?, no se si  ha estado aquí, la vi ayer en el supermercado por la mañana, pero sus cosas, creo que están en el armario, contestó David abriendo el armario; Como veras toda su ropa está aquí, por lo que deduzco que no habrá venido, yo llegue tarde y me dormí rápido.


El militar daba vueltas por el apartamento como buscando alguna señal de su amante, buscando algún indicio que le permitiera saber donde estaba.


- Espero que no le haya pasado nada y espero que no le hayas hecho algún mal, dijo el capitán en las mismas narices de David de forma amenazante, dicho lo cual abandonó el apartamento de un portazo.


David, recordó en ese instante que tenia que pasar por el  Supermercado para  recoger el cheque de la indemnización por el despido. Se aseó y bajando las escaleras observó que en la puerta de Horacio un policía hablaba con su hija.


-  Señora dice que no ha aparecido su padre desde ayer, eso todavía no se puede denunciar; deje que pasen al menos 24 horas, ya verá como aparecerá, seguro que habrá salido por su voluntad.


- No, no, mi padre hubiese avisado, no es normal, esperaré como me dice pero repito, no es normal en mi padre.


David no quiso entrometerse y se dirigió hacia el supermercado con un sentimiento de vacío interior, no esperaba perder su trabajo. A sus cincuenta años no tendría muchas mas oportunidades. Llegó al supermercado saludando al guardia de seguridad, se encaminó a la oficina, donde le entregaron su cheque, sin mas palabras. David quiso pasar por la carnicería a despedirse de sus compañeros, al llegar estaban Jan y Lucas hablando con la chica de la pescadería.


- Es muy extraño, hemos llamado a su casa y su mujer nos dice que anoche no fue a dormir, que yo recuerde es la primera vez que falta al trabajo.


- A quien os referís inquirió  David.


- Al déspota del encargado,  a Roberto, siempre echándonos en cara nuestra falta de compromiso con el trabajo y mira, no solo  no aparece por el trabajo, sino que ayer no apareció por su casa, increíble.


David fue despidiéndose de todos, y con el cheque en el bolsillo volvió a casa. Pensaba que sería de su vida a partir de ese momento.Cogió de nuevo la botella y se sirvió otra copa mientras abría la caja del muñeco. Tomó el libro de piel entre sus manos y comenzó a hojearlo, retratos antiguos, fotografías de diferentes hombres y mujeres. Continuó pasando hojas, mientras saboreaba el Bourbon, de pronto el vaso se le cayó de entre los dedos En su cara tenia dibujada  una expresión de absoluta sorpresa.


- María...., Horacio.... Roberto........., el encargado,  en una pagina del libro estaban la fotografías de los tres, a continuación el resto del las paginas estaban en blanco.


- Dios mio........ exclamó David con los ojos muy abiertos por la sorpresa  mirando, al muñeco de porcelana, que parecía sonreír,


Esa noche en el puente de la bahía un hombre solitario caminaba por el pequeño arcén, justo al llegar al centro del puente levantó una caja de caoba negra y la arrojó al mar....... 











martes, 8 de mayo de 2012

El ultimo tren




Odette miraba distraídamente el panfleto publicitario que le entregaron en la entrada de la estación Franklin Delano Roosevelt, se trataba de un pequeño restaurante de comida rápida de los muchos que existían en París y que curiosamente estaba junto a la Rue Rivolí, muy cerca del destino de Odette. Estaba tan absorta ojeando el plano que indicaba la ubicación exacta del establecimiento que no se dio cuenta de que estaba totalmente sola en la estación, un leve ruido le hizo levantar la vista, miró a un lado y a otro, en ese momento se percató de su soledad, un leve escalofrío recorrió su espalda, nerviosamente miró el reloj y las indicaciones de la situación exacta del tren, aún faltaban cuatro minutos para la llegada.

Odette era una chica bastante corriente, a sus dieciocho años recién cumplidos siempre, hasta donde su memoria alcanzaba, había tenido  problemas con el peso , no era excesivamente agraciada, y aunque todos reconocían en ella un cierto atractivo no era persona que sobresaliese en casi  ninguna cuestión, nunca había tenido buenas notas, era bastante vaga,   un poco hipocondríaca y sobre todo tenía verdaderos problemas para relacionarse tanto con compañeros de instituto como con su propia familia, sin embargo su inteligencia racional y visual era extraordinariamente fuera de lo normal, podría haber obtenido unas buenas calificaciones pero las clases le aburrían, y sobre todo a la chica nunca se le conoció una relación sentimental. Vivía con su madre en un pequeño piso cerca del Louvre desde que su padre les abandonó  por aquella congoleña a la que su madre siempre nombraba como "la afortunada", Odette recordaba cuando sus padres vivían juntos como una constante discusión, siempre peleando por alguna cuestión  hasta aquel día que simplemente su padre no volvió, sin mas explicaciones solo una nota, una fría nota de despedida  para Odette.

Escuchaba el silencio solo roto por el lejano sonido de unas escaleras mecánicas, Odette sintió algo de miedo, unos pasos parecían acercarse pero en un instante ese sonido desapareció aunque agudizaba el oído dejo de escucharlos , miró hacia las vías y observó una enorme rata que corría junto a los raíles, se la notaba acostumbrada a transitar por ese camino, a la cabeza se  le vino la rabia,  aunque no le gustaban esos bichos el solo mirarla como se alejaba la tranquilizó, un sonido lejano que provenía del túnel la puso sobre aviso el tren estaba llegando, lo primero que apreció fue la luz ,la potente luz que por un momento la cegó, cuando pasó a su altura intentó ver al conductor pero la luz le impidió verle solo pudo ver el numero del tren, el 166, pasaron varios vagones  se acercó a una de las puertas que se abrió silenciosamente, Odette entró apresuradamente en el vagón, como siempre lo hacia, le sorprendió que solo un pasajero ocupaba el vagón, se sentó frente al mismo y cuando instintivamente levantó la vista comprobó que el viajero solitario la miraba insistentemente, se sintió incomoda, le gustaba el bullicio del metro porque le permitía pasar desapercibida y no le gustaba que la mirasen tan insistentemente.

Pudo observar a hurtadillas que el viajero era un nombre joven, se podía decir que era atractivo a Odette le llamó la atención el color verde de sus ojos, luminosos, limpios, por un momento sus miradas se cruzaron, una sonrisa del viajero parecía invitar a Odette a hacer algún comentario, aunque no sabia que decir al viajero  se lanzó.

- Vaya, que solitario está hoy el metro.

- Bueno, le respondió el viajero, es normal es tarde y los martes siempre está mas tranquilo, además teniendo en cuenta que hoy se juega la final de la copa de Francia lo extraño es que vaya alguien en el vagón.

- Claro, no había caído en la cuenta.

Había algo familiar en el rostro del viajero, pensó que le recordaba a alguien aunque no  sabia realmente a quien, tenia una sensación placentera, miró a los ojos del viajero manteniendo la mirada, no se sentía incomoda, no sabia porque pero los limpios ojos del hombre la tranquilizaban.

- ¿Que tal tu madre?, le preguntó al viajero.

Odette no salía de su asombro.

- ¿Mi madre?...

- Si, espero que haya pasado ya el mal trago de perder a un hermano.

- ¿Como?. no entiendo, ¿Conoce Vd. a mi madre...., conocía a mi tío Clermont,. me conoce a mi?.

- Claro, mi querida Odette desde el día que naciste he estado muy cerca de ti, respondió el desconocido.

- Pero... yo no le conozco, ¿quizás debiera conocerle?.

- No mí querida niña.

Sin dejar que Odette pudiera rehacerse el viajero de forma enigmática se llevó la mano derecha al bolsillo de su chaqueta y sacó una vieja foto, que la acercó a Odette que al observarla abría los ojos con estupor.

- Pero, si es mi madre, muy joven, están mis abuelos en la casa de Cassis, cerca de Marsella, recuerdo la casa de haberla visto en otras fotos,  pero en la foto, ¿es Usted el  hombre que sostiene a una niña, y la niña?, no puede ser, exclamo Odette, no me dirá  que la niña?...... no acabo la frase, la sonrisa del viajero le confirmó que la pequeña era ella.

- ¿Pero quien es Ud., no le recuerdo? y suelo tener muy buena memoria y esta foto, nunca la he visto por casa, la abuela no debe tenerla porque de lo contrario me la hubiese mostrado.

- Mi nombre, no te dirá mucho, soy Gastón, durante algunos años fui el jardinero de tus abuelos, conocí a tu madre , prácticamente te vi nacer , antes de que cumplieras un año dejé la casa, pero siempre he sabido de ti, sabia que vivíais en París desde que tu padre os abandonó, te preguntarás de donde salgo y porqué estoy aquí hablando contigo, dijo estas palabras con un tono de tristeza que a Odette le dio un poco de pena.

- Varias veces has subido a este tren, el 166, me gusta cogerlo para volver a casa,  he estado a punto de abordarte pero no me he atrevido para no asustarte, pero esta noche era perfecta la soledad ha sido propicia.

Durante un buen rato Gastón hablaba y hablaba de los tiempos de Cassis, Odette se sentía bien, era como si conversase con un viejo amigo y la verdad es que le hizo olvidar sus problemas. Observó que cuando nombraba a su madre los ojos se le iluminaban.

- Mi parada de Louvre. Rivolí, tengo que dejarle, ha sido un placer, espero encontrarle otro día, exclamó Odette levantándose, el viajero se levantó cortesmente e introduciendo su mano el bolsillo interior de su chaqueta sacó la mitad de una pequeña moneda de 1 franco de plata y se la entregó a la muchacha.

- Dale esta media moneda a tu madre, ella lo entenderá y sabrá apreciar su valor, Odette mecánicamente abrió la mano y tomó la moneda, vio la mitad de una moneda con un año grabado, 1960, miró a los ojos a Gastón e instintivamente se acercó y le dio un beso en la mejilla.

- Gracias lo haré y espero volver a verle de nuevo.

- Recuerda, siempre en el tren 166, manías de viejos.

Odette bajó del tren  y observó como este se ponía de nuevo en marcha, pudo observar como Gastón levantaba la mano y como el tren se adentraba en el túnel rápidamente, salió de la estación encaminándose a su casa, cuando llegó su madre no había llegado aún, observó la moneda y la puso sobre la mesita de de la entrada, no quería que se le olvidase nombrarle su encuentro , se encaminó hacia el baño, quería refrescarse y relajarse un poco, se puso los auriculares y cuando el agua estuvo caliente se metió dentro, cerró los ojos pensando en el encuentro, poco a poco el sueño le venció..

- Odette..., Odette, 

Despertó de pronto, vio a su madre gesticulando, se quitó los auriculares.

- ¿Que pasa mamá, a que vienen esos gritos?

- ¿Has puesto tu esta media moneda en la entrada?, inquirió con ojos de sorpresa.

- Si, me la entregó un viejo amigo tuyo y de los abuelos, Gastón el jardinero de Cassis, me lo encontré esta noche en el metro, fue muy amable.

Mi madre, se tocó en pecho y con ambas manos en la nuca desabrochó una pequeña cadena, parsimoniosa mente sacó el colgante, era media moneda, la puso junto a la que Gastón había entregado a Odette, encajaban a la perfección.

-Pero hija no puede ser, exclamaba con los ojos muy abiertos por la sorpresa, no puede ser.... Gastón no te la puede haber entregado, Gastón murió........ en 1961 cuando tu tenias solo un mes, apareció en el lago con un golpe en la cabeza, todos dijeron que había sido un accidente al caer y golpearse con la barca, perdió el conocimiento y se ahogó......

- Pero mamá, como puede ser si yo he hablado con el en el metro, me ha entregado la media moneda, de donde la iba a sacar si no......, pero.... ¿porqué tienes tu la otra media moneda?

Con lagrimas en los ojos, apenas sobrepuesta por los acontecimientos la madre de Odette comenzó a musitar en voz muy baja.

- Gastón......

- Gastón y yo estábamos enamorados, cuando me casé con tu padre Gastón estuvo ingresado, casi pierde la cabeza, pero al poco de de nuestra boda tu padre y yo comenzamos con nuestras diferencias, nunca nos  llevamos bien y pronto Gastón y yo nos convertimos en amantes, fueron los días mas felices de mi vida, una tarde de agosto de 1960, Gastón me regaló este medio franco de plata y me pidió que lo llevase mientras le amase, y lo he llevado siempre, el se quedó la otra mitad, cuando le sacaron del lago la media moneda había desaparecido y hoy la vuelvo a ver en casa, veinte años después...

- No lo entiendo, mascullaba entre dientes Odette, después de estar hablando con su madre media noche mientras le contaba la historia y sobre todo cuando su madre le confesó.

-Odette,..... Gastón era.........  tu padre.

Ya en la cama, no podía dormir, no entendía lo que había pasado, comenzó a pensar si había sido un sueño, con estos pensamientos poco a poco se quedó dormida.

A la mañana siguiente, estaba esperando de nuevo el metro para volver al instituto, recordaba los acontecimientos del día anterior y de pronto recordó el numero de tren, el 166, se levantó y se acercó a una de las ventanillas de información del Metro.

- Disculpe, señor, podría decirme a que hora suele pasar el tren 166, preguntó la muchacha al viejo empleado que  con cara cansada  atendía a los viajeros.

- Señorita debe estar Usted equivocada el 166 fue retirado de circulación en 1961, lo recuerdo perfectamente porque yo fui el maquinista en el ultimo viaje, desde entonces estoy en esta garita de información.

Odette miraba al viejo con sorpresa, no entendía nada.