Luis con los ojos semicerrados notaba que la espalda le dolía un poco, sentía un leve hormigueo en la mano derecha, había apoyado la cabeza sobre su mano en la silla del confesionario, de pronto recordó que al final de la misa le dijo a su madre que se iría a casa con su primo Pedro y con tía Conchita y que al finalizar el almuerzo benéfico donde sus padres iban, le recogerían.
Su tía Conchita, beata donde las hubiera, tenia la costumbre de ayudar a Don Benito, el cura del pueblo, después de misa, siempre, todos los domingos durante media hora o algo mas auxiliaba al sacerdote para ordenar la sacristía, recoger las flores, apagar las luces y dejar solo algunas velas a la Virgen de los Dolores, al Cristo de las Penas y las del altar mayor que siempre estaban encendidas, todo ello por una antigua promesa de juventud. En esos momentos Luis y Pedro aprovechaban, a sus cuatro años recién cumplidos, para jugar al escondite, la iglesia era el lugar perfecto. Luis después de varios escondites se coló dentro del confesionario en el lugar reservado para el cura cubriéndose con una pequeña cortinilla para que Pedro no le viera.
Al salir su tía Conchita mas retrasada y azorada que otros domingos cerro las puertas de la iglesia, vio a Pedro en la Plaza y cogiéndolo de la mano le dijo.
- Vamos muy tarde, rápido que tengo que hacer la comida.
Tan nerviosa se la veía que no cayó en la cuenta que tenia que llevarse a Luis, su sobrino,. Tomó de la mano enérgicamente a Pedro que a pesar de sus reticencias no tuvo mas remedio que ir tras su madre.
Luis asomó su pequeña cabeza por la puerta del confesionario, sigilosamente, esperando que de un momento a otro su primo lo encontrase, no era consciente de que se quedó dormido casi durante una hora. El silencio, ese silencio que a veces atenaza fue su primera sensación.
- Pedro........
Nadie respondió, eso hizo que a Luis le recorriera un escalofrío por la espalda.
- Pedrooooo........., gritó Luis, el eco de su grito rebotó por las paredes de la iglesia devolviendo el sonido angustiado desde diferentes ángulos, lo que hizo que el pequeño se metiera de nuevo en el confesionario ocultando su rostro con la cortina, el miedo le oprimía.
Poco a poco Luis se armaba de valor y asomando de nuevo la cabeza por la puerta del confesionario comenzó a mirar detenidamente, hacia arriba primero,en la semioscuridad. En el techo, profusamente dibujado, observó una imagen que parecía mirarle a los ojos, una imagen de un hombre con larga barba y pelo abundante , a Luis le recordaba el hombre que a veces pasaba por casa a pedir algo de comida y su madre siempre le decía que no se acercara mucho a el que olía mal y que igual tenia alguna enfermedad que podía pegarle. Al fondo se veía una larga mesa iluminada por catorce velas, Luis las contó detenidamente, siete a cada lado, que producían una luz tenue, una ligera brisa hacían que la iglesia se inundara de un ambiente fantasmagórico.
A la derecha de la gran mesa el chico miraba un grupo de estatuas. Un caballo con su jinete que espada en mano atacaba a un hombre con el rostro asustado , a los pies de los caballos varias cabezas cortadas con la sangre en sus rostros decapitados, parecía la escena de una de esas películas que a sus padres tanto gustaban. Mas a la derecha aún, varias calaveras y huesos a los pies de una estatua de un hombre con los brazos en cruz, que parecía estar clavado de pies y manos y que el pequeño recordaba que todos le llamaban "el señor " de su costado unos hilos de sangre salían. Luis que nunca antes se había fijado detenidamente en estas cuestiones lo que estaba viendo y viviendo le parecía una autentica película de terror. En ese momento recordaba como sus padres cada día a las nueve le decían," lo que ahora hay en la televisión es para mayores, no lo puedes ver".
Quería salir de allí, tenia que dirigirse a la puerta era la única salida. Lentamente con el miedo dibujado en sus ojos el pequeño fue caminando entre los bancos, a la izquierda de la hilera de asientos apreció una pequeña habitación. Luis veía entre la oscuridad solo rota por la luz de las velas, una caja de cristal con un hombre, casi desnudo, muerto dentro rodeado de velas encendidas. ¿Porque todos tenían barba se preguntaba el muchacho?. Para llegar a la salida el chico debía pasar por delante por otra pequeña habitación y aunque el niño llevaba los ojos casi cerrados para no mirar, no pudo evitar ver en el centro una señora con ricos vestidos y joyas cubriendo sus ropas que le miraba. Los ojos, le asustaban los ojos de la mujer, las llamas de las velas movidas por la brisa hacían a los ojos del muchacho una imagen que le aparentemente se estaba moviendo. Mas de trece figuras cubrían las paredes. Dos hombres con esbeltas alas que se agitaban en la imaginación del muchacho bajo las luces y sombras de las velas. Estaba seguro que se las alas se movían. El resto de la figuras todas con barba y el pelo largo. Pudo observar que la única mujer de la pared portaba en sus manos una bandeja con la cabeza de un hombre, también barbudo.
Llegó a la puerta principal y al no poder abrirla miró a un lateral y vio una pequeña puerta, rápidamente ,como una exhalación , cruzó la iglesia y empujando la puerta la luz entro de pronto. Salio, y se encontró en un pasillo lleno de luz que pasaba a través de unas cristaleras que daban a un patio. El muchacho se dio de bruces con no menos de cincuenta cruces en el suelo, algunas figuras de ángeles, de los ángeles se acordaba porque su tía Conchita pintaba algunos en sus horas libres. Se preguntaba porque la mayoría de ángeles portaba una espada. Tan enhiestos sobre unas piedras blancas con unas letras escritas que el chico, que aún no sabia leer, no comprendía. Al menos se encontraba mejor, al menos había luz.
De pronto su mente recibió un impacto en forma de sonido que hizo retumbar su pequeño cuerpo. Las campanas, recordaba como cada día en la lejanía escuchaba las campanas y como respuesta a tan ensordecedor sonido, una bandada de palomas alzó el vuelo también asustadas por repentino sonido, Luis se refugio en un rincón tras unas lapidas rotas por el tiempo. Las manos cubrían su rostro entre sus dedos las lagrimas caían lentamente, su gesto reflejaba pavor.
En unos instantes el silencio, ese silencio que asusta el alma, aunque el patio estaba iluminado el silencio no gustaba al muchacho. Alzó la vista lentamente buscado un lugar por donde salir, no veía salida alguna, su cuerpo temblaba hacia frío, mucho frió No quería pero sabía la única salida pasaba por entrar de nuevo en la iglesia.
Tomo aire y comenzó a correr en dirección a la puerta de la iglesia por donde había salido un momento antes Empujo adentrándose de nuevo en la semioscuridad, avanzó rápidamente entre los bancos. Cuando se encaminaba a la puerta principal d apareció una de las figuras que tanto miedo le dio un momento antes.
La figura avanzaba rápidamente hacia el, una figura alta con una larga falda negra y cuyo rostro no pudo apreciar por la oscuridad, el chico grito de miedo............
Luis, Luis........
- No grites, no me reconoces soy don Benito, el cura, creo que te has quedado encerrado en la iglesia. Tu tía Conchita está en la puerta esperando, pero vamos ya ha pasado, menos mal que te has perdido en la iglesia, es el lugar mas seguro Dios te ha acompañado.
Luis miraba al cura con los ojos húmedos por las lagrimas, muy abiertos, no podía articular palabra, no entendía nada...............
De pronto su mente recibió un impacto en forma de sonido que hizo retumbar su pequeño cuerpo. Las campanas, recordaba como cada día en la lejanía escuchaba las campanas y como respuesta a tan ensordecedor sonido, una bandada de palomas alzó el vuelo también asustadas por repentino sonido, Luis se refugio en un rincón tras unas lapidas rotas por el tiempo. Las manos cubrían su rostro entre sus dedos las lagrimas caían lentamente, su gesto reflejaba pavor.
En unos instantes el silencio, ese silencio que asusta el alma, aunque el patio estaba iluminado el silencio no gustaba al muchacho. Alzó la vista lentamente buscado un lugar por donde salir, no veía salida alguna, su cuerpo temblaba hacia frío, mucho frió No quería pero sabía la única salida pasaba por entrar de nuevo en la iglesia.
Tomo aire y comenzó a correr en dirección a la puerta de la iglesia por donde había salido un momento antes Empujo adentrándose de nuevo en la semioscuridad, avanzó rápidamente entre los bancos. Cuando se encaminaba a la puerta principal d apareció una de las figuras que tanto miedo le dio un momento antes.
La figura avanzaba rápidamente hacia el, una figura alta con una larga falda negra y cuyo rostro no pudo apreciar por la oscuridad, el chico grito de miedo............
Luis, Luis........
- No grites, no me reconoces soy don Benito, el cura, creo que te has quedado encerrado en la iglesia. Tu tía Conchita está en la puerta esperando, pero vamos ya ha pasado, menos mal que te has perdido en la iglesia, es el lugar mas seguro Dios te ha acompañado.
Luis miraba al cura con los ojos húmedos por las lagrimas, muy abiertos, no podía articular palabra, no entendía nada...............
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