Habían atravesado la capa de nubes y un sol
radiante bañaba todo el interior del avión. Sonia le observó, sabía que sus
palabras no tenían vuelta atrás cuando espetó a Julián, “Ya está bien, quiero
el divorcio”. Le miró a la cara. Sobraban las palabras, los ojos de Julián
brillaban. Una extraña placidez se intensificaba con el silencio. No podía creerlo, callaba, ni el más
mínimo intento de razonar como otras
veces, discutían y discutían, pero alguno, en el último momento daba marcha atrás.
Esperaba algo más. Miro de soslayo y por un momento le pareció que Julián sonreía.
Palabras que en ocasiones se pueden volver en hechos.
ResponderEliminarBello relato lleno de mucho.
Un abraciño,
Rosa María Milleiro
gracias,amigo, pasa la vida, pasan los sueños y allí estas!
ResponderEliminargracias!
un abrazo
lidia-la escriba
www.nuncajamashablamos.blogspot.com