Odette miraba distraídamente el
panfleto publicitario que le entregaron en la entrada de la estación Franklin Delano
Roosevelt, se trataba de
un pequeño restaurante de comida rápida de los muchos
que existían en París y que curiosamente estaba junto a la Rue
Rivolí, muy cerca del destino de Odette. Estaba tan absorta ojeando el
plano que indicaba la ubicación exacta del establecimiento que no
se dio cuenta de que estaba totalmente sola en la estación, un leve
ruido le hizo levantar la vista, miró a un lado y a otro, en ese momento
se percató de su soledad, un leve escalofrío recorrió su
espalda, nerviosamente miró el reloj y las indicaciones de la situación exacta
del tren, aún faltaban cuatro minutos para la llegada.
Odette era una chica bastante corriente,
a sus dieciocho años recién cumplidos siempre, hasta donde su
memoria alcanzaba, había tenido problemas con el peso , no era
excesivamente agraciada, y aunque todos reconocían en ella un cierto
atractivo no era persona que sobresaliese en casi ninguna
cuestión, nunca había tenido buenas notas, era bastante vaga,
un poco hipocondríaca y sobre todo tenía verdaderos problemas para
relacionarse tanto con compañeros de instituto como con su propia familia, sin
embargo su inteligencia racional y visual era extraordinariamente fuera de lo
normal, podría haber obtenido unas buenas calificaciones pero las
clases le aburrían, y sobre todo a la chica nunca se le conoció una
relación sentimental. Vivía con su madre en un pequeño piso cerca del
Louvre desde que su padre les abandonó por aquella congoleña a la que su
madre siempre nombraba como "la afortunada", Odette recordaba cuando sus
padres vivían juntos como una constante discusión, siempre peleando
por alguna cuestión hasta aquel día que simplemente su padre no volvió, sin
mas explicaciones solo una nota, una fría nota de despedida para Odette.
Escuchaba el silencio solo roto por el
lejano sonido de unas escaleras mecánicas, Odette sintió algo de miedo,
unos pasos parecían acercarse pero en un instante ese sonido
desapareció aunque agudizaba el oído dejo de escucharlos , miró hacia las
vías y observó una enorme rata que corría junto a los raíles, se la notaba
acostumbrada a transitar por ese camino, a la cabeza se le vino la
rabia, aunque no le gustaban esos bichos el solo mirarla como se alejaba la tranquilizó,
un sonido lejano que provenía del túnel la puso sobre aviso
el tren estaba llegando, lo primero que apreció fue la luz ,la potente luz que
por un momento la cegó, cuando pasó a su altura intentó ver al conductor pero la
luz le impidió verle solo pudo ver el numero del tren, el
166, pasaron varios vagones se acercó a una de las puertas que
se abrió silenciosamente, Odette entró apresuradamente en el vagón, como
siempre lo hacia, le sorprendió que solo un pasajero ocupaba el vagón, se sentó
frente al mismo y cuando instintivamente levantó la vista comprobó que el
viajero solitario la miraba insistentemente, se sintió incomoda, le gustaba
el bullicio del metro porque le permitía pasar
desapercibida y no le gustaba que la mirasen tan insistentemente.
Pudo observar a hurtadillas que el
viajero era un nombre joven, se podía decir que era
atractivo a Odette le llamó la atención el color verde de sus ojos, luminosos, limpios,
por un momento sus miradas se cruzaron, una sonrisa del
viajero parecía invitar a Odette a hacer algún comentario, aunque no
sabia que decir al viajero se lanzó.
- Vaya, que solitario está hoy el
metro.
- Bueno, le respondió el viajero, es
normal es tarde y los martes siempre está mas tranquilo, además teniendo en
cuenta que hoy se juega la final de la copa de Francia lo extraño es que vaya
alguien en el vagón.
- Claro, no había caído en la
cuenta.
Había algo familiar en el rostro
del viajero, pensó que le recordaba a alguien aunque no sabia realmente a
quien, tenia una sensación placentera, miró a los ojos del viajero manteniendo
la mirada, no se sentía incomoda, no sabia porque pero los limpios
ojos del hombre la tranquilizaban.
- ¿Que tal tu madre?, le preguntó al
viajero.
Odette no salía de su asombro.
- ¿Mi madre?...
- Si, espero que haya pasado ya el mal
trago de perder a un hermano.
- ¿Como?. no entiendo, ¿Conoce Vd.
a mi madre...., conocía a mi tío Clermont,. me conoce a mi?.
- Claro, mi querida Odette desde el día
que naciste he estado muy cerca de ti, respondió el desconocido.
- Pero... yo no le conozco,
¿quizás debiera conocerle?.
- No mí querida niña.
Sin dejar que Odette pudiera rehacerse
el viajero de forma enigmática se llevó la mano derecha al bolsillo de su
chaqueta y sacó una vieja foto, que la acercó a Odette que al
observarla abría los ojos con estupor.
- Pero, si es mi madre, muy
joven, están mis abuelos en la casa de Cassis, cerca de Marsella,
recuerdo la casa de haberla visto en otras fotos, pero en la foto, ¿es Usted el hombre que sostiene a una niña, y la niña?, no puede ser, exclamo
Odette, no me dirá que la niña?...... no acabo la frase, la sonrisa del
viajero le confirmó que la pequeña era ella.
- ¿Pero quien es Ud., no le recuerdo? y
suelo tener muy buena memoria y esta foto, nunca la he visto por casa, la
abuela no debe tenerla porque de lo contrario me la hubiese mostrado.
- Mi nombre, no te dirá mucho, soy
Gastón, durante algunos años fui el jardinero de tus abuelos, conocí a tu madre
, prácticamente te vi nacer , antes de que cumplieras un año dejé la casa,
pero siempre he sabido de ti, sabia que vivíais en París desde
que tu padre os abandonó, te preguntarás de donde salgo y porqué estoy aquí
hablando contigo, dijo estas palabras con un tono de tristeza que a Odette le
dio un poco de pena.
- Varias veces has subido a este tren,
el 166, me gusta cogerlo para volver a casa, he estado a punto de
abordarte pero no me he atrevido para no asustarte, pero esta noche era
perfecta la soledad ha sido propicia.
Durante un buen rato
Gastón hablaba y hablaba de los tiempos de Cassis, Odette se sentía
bien, era como si conversase con un viejo amigo y la verdad es que le hizo
olvidar sus problemas. Observó que cuando nombraba a su madre los ojos se le
iluminaban.
- Mi parada de Louvre. Rivolí, tengo
que dejarle, ha sido un placer, espero encontrarle otro día, exclamó
Odette levantándose, el viajero se levantó cortesmente e
introduciendo su mano el bolsillo interior de su chaqueta sacó la mitad de una
pequeña moneda de 1 franco de plata y se la entregó a la muchacha.
- Dale esta media moneda a tu madre,
ella lo entenderá y sabrá apreciar su valor,
Odette mecánicamente abrió la mano y tomó la moneda, vio la mitad de
una moneda con un año grabado, 1960, miró a los ojos a Gastón e instintivamente
se acercó y le dio un beso en la mejilla.
- Gracias lo haré y espero volver a
verle de nuevo.
- Recuerda, siempre en el tren
166, manías de viejos.
Odette bajó del tren y observó
como este se ponía de nuevo en marcha, pudo observar como Gastón
levantaba la mano y como el tren se adentraba en
el túnel rápidamente, salió de la estación encaminándose a
su casa, cuando llegó su madre no había llegado aún, observó la
moneda y la puso sobre la mesita de de la entrada,
no quería que se le olvidase nombrarle su encuentro , se encaminó
hacia el baño, quería refrescarse y relajarse un poco, se puso los
auriculares y cuando el agua estuvo caliente se metió dentro, cerró los ojos
pensando en el encuentro, poco a poco el sueño le venció..
- Odette..., Odette,
Despertó de pronto, vio a su
madre gesticulando, se quitó los auriculares.
- ¿Que pasa mamá, a que vienen esos
gritos?
- ¿Has puesto tu esta media moneda en la
entrada?, inquirió con ojos de sorpresa.
- Si, me la entregó un viejo amigo tuyo
y de los abuelos, Gastón el jardinero de Cassis, me lo encontré esta noche en
el metro, fue muy amable.
Mi madre, se tocó en pecho y con ambas
manos en la nuca desabrochó una pequeña cadena, parsimoniosa
mente sacó el colgante, era media moneda, la puso junto a la que Gastón
había entregado a Odette, encajaban a la perfección.
-Pero hija no puede ser, exclamaba con
los ojos muy abiertos por la sorpresa, no puede ser.... Gastón no te la puede
haber entregado, Gastón murió........ en 1961 cuando tu tenias solo un mes, apareció en el lago con un golpe
en la cabeza, todos dijeron que había sido un accidente al caer y golpearse con la barca, perdió el conocimiento y se ahogó......
- Pero mamá, como puede ser si yo he
hablado con el en el metro, me ha entregado la media moneda, de donde la iba a
sacar si no......, pero.... ¿porqué tienes tu la otra media moneda?
Con lagrimas en los ojos, apenas
sobrepuesta por los acontecimientos la madre de Odette comenzó a musitar en voz
muy baja.
- Gastón......
- Gastón y
yo estábamos enamorados, cuando me casé con tu padre Gastón estuvo
ingresado, casi pierde la cabeza, pero al poco de de nuestra boda tu
padre y yo comenzamos con nuestras diferencias, nunca nos llevamos bien y
pronto Gastón y yo nos convertimos en amantes, fueron los días mas felices de
mi vida, una tarde de agosto de 1960, Gastón me regaló este medio franco de
plata y me pidió que lo llevase mientras le amase, y lo he llevado siempre, el
se quedó la otra mitad, cuando le sacaron del lago la media
moneda había desaparecido y hoy la vuelvo a ver en casa, veinte
años después...
- No lo entiendo, mascullaba entre
dientes Odette, después de
estar hablando con su madre media noche mientras le contaba la historia y sobre
todo cuando su madre le confesó.
-Odette,..... Gastón era.........
tu padre.
Ya en la cama, no podía
dormir, no entendía lo
que había pasado, comenzó a pensar si había sido un sueño,
con estos pensamientos poco a poco se quedó dormida.
A la mañana siguiente, estaba esperando
de nuevo el metro para volver al instituto, recordaba los acontecimientos del
día anterior y de pronto recordó el numero de tren, el 166, se levantó y se
acercó a una de las ventanillas de información del Metro.
- Disculpe,
señor, podría decirme a que hora suele pasar el tren 166, preguntó la
muchacha al viejo empleado que con cara cansada atendía a los
viajeros.
- Señorita debe estar Usted equivocada
el 166 fue retirado de circulación en 1961, lo recuerdo perfectamente porque yo
fui el maquinista en el ultimo viaje, desde entonces estoy en esta garita de
información.
Odette miraba al viejo con sorpresa,
no entendía nada.
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