martes, 8 de mayo de 2012

El ultimo tren




Odette miraba distraídamente el panfleto publicitario que le entregaron en la entrada de la estación Franklin Delano Roosevelt, se trataba de un pequeño restaurante de comida rápida de los muchos que existían en París y que curiosamente estaba junto a la Rue Rivolí, muy cerca del destino de Odette. Estaba tan absorta ojeando el plano que indicaba la ubicación exacta del establecimiento que no se dio cuenta de que estaba totalmente sola en la estación, un leve ruido le hizo levantar la vista, miró a un lado y a otro, en ese momento se percató de su soledad, un leve escalofrío recorrió su espalda, nerviosamente miró el reloj y las indicaciones de la situación exacta del tren, aún faltaban cuatro minutos para la llegada.

Odette era una chica bastante corriente, a sus dieciocho años recién cumplidos siempre, hasta donde su memoria alcanzaba, había tenido  problemas con el peso , no era excesivamente agraciada, y aunque todos reconocían en ella un cierto atractivo no era persona que sobresaliese en casi  ninguna cuestión, nunca había tenido buenas notas, era bastante vaga,   un poco hipocondríaca y sobre todo tenía verdaderos problemas para relacionarse tanto con compañeros de instituto como con su propia familia, sin embargo su inteligencia racional y visual era extraordinariamente fuera de lo normal, podría haber obtenido unas buenas calificaciones pero las clases le aburrían, y sobre todo a la chica nunca se le conoció una relación sentimental. Vivía con su madre en un pequeño piso cerca del Louvre desde que su padre les abandonó  por aquella congoleña a la que su madre siempre nombraba como "la afortunada", Odette recordaba cuando sus padres vivían juntos como una constante discusión, siempre peleando por alguna cuestión  hasta aquel día que simplemente su padre no volvió, sin mas explicaciones solo una nota, una fría nota de despedida  para Odette.

Escuchaba el silencio solo roto por el lejano sonido de unas escaleras mecánicas, Odette sintió algo de miedo, unos pasos parecían acercarse pero en un instante ese sonido desapareció aunque agudizaba el oído dejo de escucharlos , miró hacia las vías y observó una enorme rata que corría junto a los raíles, se la notaba acostumbrada a transitar por ese camino, a la cabeza se  le vino la rabia,  aunque no le gustaban esos bichos el solo mirarla como se alejaba la tranquilizó, un sonido lejano que provenía del túnel la puso sobre aviso el tren estaba llegando, lo primero que apreció fue la luz ,la potente luz que por un momento la cegó, cuando pasó a su altura intentó ver al conductor pero la luz le impidió verle solo pudo ver el numero del tren, el 166, pasaron varios vagones  se acercó a una de las puertas que se abrió silenciosamente, Odette entró apresuradamente en el vagón, como siempre lo hacia, le sorprendió que solo un pasajero ocupaba el vagón, se sentó frente al mismo y cuando instintivamente levantó la vista comprobó que el viajero solitario la miraba insistentemente, se sintió incomoda, le gustaba el bullicio del metro porque le permitía pasar desapercibida y no le gustaba que la mirasen tan insistentemente.

Pudo observar a hurtadillas que el viajero era un nombre joven, se podía decir que era atractivo a Odette le llamó la atención el color verde de sus ojos, luminosos, limpios, por un momento sus miradas se cruzaron, una sonrisa del viajero parecía invitar a Odette a hacer algún comentario, aunque no sabia que decir al viajero  se lanzó.

- Vaya, que solitario está hoy el metro.

- Bueno, le respondió el viajero, es normal es tarde y los martes siempre está mas tranquilo, además teniendo en cuenta que hoy se juega la final de la copa de Francia lo extraño es que vaya alguien en el vagón.

- Claro, no había caído en la cuenta.

Había algo familiar en el rostro del viajero, pensó que le recordaba a alguien aunque no  sabia realmente a quien, tenia una sensación placentera, miró a los ojos del viajero manteniendo la mirada, no se sentía incomoda, no sabia porque pero los limpios ojos del hombre la tranquilizaban.

- ¿Que tal tu madre?, le preguntó al viajero.

Odette no salía de su asombro.

- ¿Mi madre?...

- Si, espero que haya pasado ya el mal trago de perder a un hermano.

- ¿Como?. no entiendo, ¿Conoce Vd. a mi madre...., conocía a mi tío Clermont,. me conoce a mi?.

- Claro, mi querida Odette desde el día que naciste he estado muy cerca de ti, respondió el desconocido.

- Pero... yo no le conozco, ¿quizás debiera conocerle?.

- No mí querida niña.

Sin dejar que Odette pudiera rehacerse el viajero de forma enigmática se llevó la mano derecha al bolsillo de su chaqueta y sacó una vieja foto, que la acercó a Odette que al observarla abría los ojos con estupor.

- Pero, si es mi madre, muy joven, están mis abuelos en la casa de Cassis, cerca de Marsella, recuerdo la casa de haberla visto en otras fotos,  pero en la foto, ¿es Usted el  hombre que sostiene a una niña, y la niña?, no puede ser, exclamo Odette, no me dirá  que la niña?...... no acabo la frase, la sonrisa del viajero le confirmó que la pequeña era ella.

- ¿Pero quien es Ud., no le recuerdo? y suelo tener muy buena memoria y esta foto, nunca la he visto por casa, la abuela no debe tenerla porque de lo contrario me la hubiese mostrado.

- Mi nombre, no te dirá mucho, soy Gastón, durante algunos años fui el jardinero de tus abuelos, conocí a tu madre , prácticamente te vi nacer , antes de que cumplieras un año dejé la casa, pero siempre he sabido de ti, sabia que vivíais en París desde que tu padre os abandonó, te preguntarás de donde salgo y porqué estoy aquí hablando contigo, dijo estas palabras con un tono de tristeza que a Odette le dio un poco de pena.

- Varias veces has subido a este tren, el 166, me gusta cogerlo para volver a casa,  he estado a punto de abordarte pero no me he atrevido para no asustarte, pero esta noche era perfecta la soledad ha sido propicia.

Durante un buen rato Gastón hablaba y hablaba de los tiempos de Cassis, Odette se sentía bien, era como si conversase con un viejo amigo y la verdad es que le hizo olvidar sus problemas. Observó que cuando nombraba a su madre los ojos se le iluminaban.

- Mi parada de Louvre. Rivolí, tengo que dejarle, ha sido un placer, espero encontrarle otro día, exclamó Odette levantándose, el viajero se levantó cortesmente e introduciendo su mano el bolsillo interior de su chaqueta sacó la mitad de una pequeña moneda de 1 franco de plata y se la entregó a la muchacha.

- Dale esta media moneda a tu madre, ella lo entenderá y sabrá apreciar su valor, Odette mecánicamente abrió la mano y tomó la moneda, vio la mitad de una moneda con un año grabado, 1960, miró a los ojos a Gastón e instintivamente se acercó y le dio un beso en la mejilla.

- Gracias lo haré y espero volver a verle de nuevo.

- Recuerda, siempre en el tren 166, manías de viejos.

Odette bajó del tren  y observó como este se ponía de nuevo en marcha, pudo observar como Gastón levantaba la mano y como el tren se adentraba en el túnel rápidamente, salió de la estación encaminándose a su casa, cuando llegó su madre no había llegado aún, observó la moneda y la puso sobre la mesita de de la entrada, no quería que se le olvidase nombrarle su encuentro , se encaminó hacia el baño, quería refrescarse y relajarse un poco, se puso los auriculares y cuando el agua estuvo caliente se metió dentro, cerró los ojos pensando en el encuentro, poco a poco el sueño le venció..

- Odette..., Odette, 

Despertó de pronto, vio a su madre gesticulando, se quitó los auriculares.

- ¿Que pasa mamá, a que vienen esos gritos?

- ¿Has puesto tu esta media moneda en la entrada?, inquirió con ojos de sorpresa.

- Si, me la entregó un viejo amigo tuyo y de los abuelos, Gastón el jardinero de Cassis, me lo encontré esta noche en el metro, fue muy amable.

Mi madre, se tocó en pecho y con ambas manos en la nuca desabrochó una pequeña cadena, parsimoniosa mente sacó el colgante, era media moneda, la puso junto a la que Gastón había entregado a Odette, encajaban a la perfección.

-Pero hija no puede ser, exclamaba con los ojos muy abiertos por la sorpresa, no puede ser.... Gastón no te la puede haber entregado, Gastón murió........ en 1961 cuando tu tenias solo un mes, apareció en el lago con un golpe en la cabeza, todos dijeron que había sido un accidente al caer y golpearse con la barca, perdió el conocimiento y se ahogó......

- Pero mamá, como puede ser si yo he hablado con el en el metro, me ha entregado la media moneda, de donde la iba a sacar si no......, pero.... ¿porqué tienes tu la otra media moneda?

Con lagrimas en los ojos, apenas sobrepuesta por los acontecimientos la madre de Odette comenzó a musitar en voz muy baja.

- Gastón......

- Gastón y yo estábamos enamorados, cuando me casé con tu padre Gastón estuvo ingresado, casi pierde la cabeza, pero al poco de de nuestra boda tu padre y yo comenzamos con nuestras diferencias, nunca nos  llevamos bien y pronto Gastón y yo nos convertimos en amantes, fueron los días mas felices de mi vida, una tarde de agosto de 1960, Gastón me regaló este medio franco de plata y me pidió que lo llevase mientras le amase, y lo he llevado siempre, el se quedó la otra mitad, cuando le sacaron del lago la media moneda había desaparecido y hoy la vuelvo a ver en casa, veinte años después...

- No lo entiendo, mascullaba entre dientes Odette, después de estar hablando con su madre media noche mientras le contaba la historia y sobre todo cuando su madre le confesó.

-Odette,..... Gastón era.........  tu padre.

Ya en la cama, no podía dormir, no entendía lo que había pasado, comenzó a pensar si había sido un sueño, con estos pensamientos poco a poco se quedó dormida.

A la mañana siguiente, estaba esperando de nuevo el metro para volver al instituto, recordaba los acontecimientos del día anterior y de pronto recordó el numero de tren, el 166, se levantó y se acercó a una de las ventanillas de información del Metro.

- Disculpe, señor, podría decirme a que hora suele pasar el tren 166, preguntó la muchacha al viejo empleado que  con cara cansada  atendía a los viajeros.

- Señorita debe estar Usted equivocada el 166 fue retirado de circulación en 1961, lo recuerdo perfectamente porque yo fui el maquinista en el ultimo viaje, desde entonces estoy en esta garita de información.

Odette miraba al viejo con sorpresa, no entendía nada.



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